Freír el alimento rebozado hasta que quede bien dorado, bien sea en una sartén, en una cazuela o en una freidora propiamente dicha. Este proceso, – la fritura -, permite que el rebozado adquiera la consistencia deseada, solidificando, formándose una costra que preservará el alimento hasta su consumo.
Lo habitual, emplear:
- Aceite de oliva
- Manteca (Sebo)
- …
Lo que restaría, nuestro siguiente paso sería: EMPLATAR y disfrutar del sabor de cada bocado
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