Tras pasar por harina los alimentos, hacemos lo propio por huevo batido (con un puntito de sal, opcionalmente).

Podemos elegir entre varias opciones, dependiendo del resultado que busquemos; un rebozado +/- consistente, +/- crujiente, +/- esponjoso, +/- denso, +/- espesa, +/- cortezoso

  • yema (batida)
  • clara (batida, llevada a punto de nieve)
  • yema + clara (huevo entero batido)

Existen infinidad de clases de huevos, si bien, en cocina, recurriremos habitualmente a los de gallina y/o pato en su caso, entre otras razones, por ser, «a priori», los más fáciles de encontrar en el supermercado y resultar más económicos.

Como hemos visto, éste sería el paso siguiente al enharinado; los alimentos se pueden pasar por huevo pero también caben otras posibilidades como por ejemplo emplear:

  • agua
  • líquidos carbonatados (agua con gas, gaseosa, sidral, soda, sifón)
  • leche entera
  • leche de almendras
  • cerveza (espumante, aligerante)
  • vino
  • zumo de naranja, limón, lima (z. de cítricos)
  • vinagre (ingrediente receta «masetas«, «bienmesabes«, …)
  • bebidas alcohólicas (ron, coñac?)

# Todos estos ingredientes del rebozado aportan su particular sabor y también color a las recetas. En definitiva, líquidos que desempeñan; entre otros, el papel de aglutinante, favoreciendo la adherencia (cohesión) de la siguiente capa, la que aporta el crujiente y la estructura final al rebozado.

En cuanto a la sal, emplearemos fundalmente dos tipos:

  • sal fina iodada marina (de mar)
  • sal de la tierra (de tierra, de salina)

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